Aqui, no Babelia de El País uma saborosa e interessante crónica de Muñoz Molina sobre o LP de que destaco desdea já a seguinte passagem : «Pero nunca más una portada llamaría la atención por sí misma, ni se
convertiría en parte fundamental de la escucha, como había ocurrido, por
ejemplo, con el Sgt. Pepper’s o el Álbum blanco de los Beatles; con las Weird Scenes inside the Gold Mine, de The Doors, y el Bitches Brew,
de Miles Davis. El sobre de cartón flexible de un elepé era un
manifiesto, un cartel, un anuncio, una tentación. En el campo del jazz,
algunas de las mejores fotos de músicos y algunos de los ensayos
críticos más perceptivos nacieron expresamente para las portadas y los
reversos de los elepés. En la contraportada del Bridge over Troubled Waters,
anglófilos rurales empezamos a seguir las letras de las canciones y a
intentar traducirlas palabra por palabra, con la ayuda de un diccionario
Sopena. Y el hecho mismo de escuchar un elepé traía consigo una actitud
diferente hacia la música, un compromiso más sostenido de atención
hacia ella. Ya no atrapábamos canciones a salto de mata, al azar de un
programa de la radio; ni nos limitábamos a los tres o cuatro minutos de
una cara en un single.»
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