Esclareço que, de repente, não me tornei um «crente» acrítico das sondagens. A prova disso é que não reproduzo aqui a parte da sondagem sobre intenções de voto porque verifiquei que as estimativas de resultados foram calculadas apenas com base nas respostas expressas pelo diminuto número de 38% dos inquiridos, o que evidentemente nunca figurará em nenhum título.
02 agosto 2013
Um «post» de choque
Lamento discordar
Lê-se no Público online que «O PCP e o BE vieram nesta quinta-feira exigir a saída do actual
secretário de Estado do Tesouro, Joaquim Pais Jorge, na sequência de uma
notícia da Visão em que a revista dá conta de que, em 2005,
enquanto responsável do Citigroup, o actual governante tentou vender ao
Governo de José Sócrates contratos swaps que permitiriam fazer
descer o rácio da dívida pública sobre o PIB, colocando os valores “fora
do balanço”, sem que fossem contabilizados pelo Eurostat, o gabinete
europeu de estatísticas.
"Se a ministra das Finanças
não tem condições para continuar, naturalmente um seu secretário de
Estado também não tem", assume o líder parlamentar do PCP, Bernardino
Soares. "Alguém com este currículo não tem condições para ficar [no
Governo]", conclui também a deputada do Bloco de Esquerda, Ana Drago.»
Por razões de idade e de formação, eu só posso apreciar e homenagear esta fidelidade do PCP e do BE à ideia nuclear de que o exercício de funções públicas e designadamente governativas se deve reger por exigentes critérios de dedicação ao interesse público. Mas, ao mesmo tempo, tenho de discordar destas atitudes a propósito de Pais Jorge porque me parecem revelar uma grande incompreensão para o facto de, depois de décadas de belos e grandes negócios privados feitos à sombra do Estado, estar naturalmente muito reduzido o campo de recrutamento político dos partidos do mal chamado «arco da governação». Se Clausewitz declarou que «a guerra é a continuação da política por outros meios», há muito tempo que eu não vejo outra coisa se não as funções governativas serem a continuação dos negócios por outros meios.
01 agosto 2013
Quando sobra sempre para os subalternos
Como Rajoy me desiludiu
No seu discurso perante o Congresso, Mariano Rajoy sacudou toda a água do capote para cima do ex-tesoureiro do PP, Luis Barcenas, mas, ainda assim, segundo o El País «Rajoy ha asegurado que nunca ha cobrado dinero de manera fraudulenta y,
que en efecto, sí ha recibido sobresueldos, pero que todo lo ha
declarado a Hacienda y eso, ha añadido, tiene más valor que "un renglón
escrito al vuelo en un papel arrugado escrito a mano", en referencia a los manuscritos de Bárcenas.
Confesso a minha profunda e dilacerante desilusão. Mentiras por mentiras, estava antes à espera que Rajoy declarasse perante o Congresso que o malandro do Barcenas andou perto de uma década a tomar minuciosamente apontamentos de falsas entradas ilegais de dinheiro no PP e de falsos pagamentos de «sobresueldos» a dirigentes do PP só para perversamente os tramar se um dia as comadres se zangassem.
Confesso a minha profunda e dilacerante desilusão. Mentiras por mentiras, estava antes à espera que Rajoy declarasse perante o Congresso que o malandro do Barcenas andou perto de uma década a tomar minuciosamente apontamentos de falsas entradas ilegais de dinheiro no PP e de falsos pagamentos de «sobresueldos» a dirigentes do PP só para perversamente os tramar se um dia as comadres se zangassem.
Ainda «a reforma do IRC»
É oportuno recordar quem, há quatro ou cinco campanhas eleitorais, Paulo Portas declarava que o IVA era «o imposto mais injusto do mundo» porque «era o mais cego». Lembro-me perfeitamente disto porque num folheto eleitoral da CDU nessa campanha essa afirmação era objecto de um curto «insert».
Contratos a prazo
Agora já percebi aquela da "passadeira vermelha" estendida pela UGT
Sabendo-se que sem um crescimento económico de pelo menos de 2% não haverá qualquer diminuição significativa do desemprego, o uso da chantagem do desemprego como alternativa a este prolongamento de mais um ano do período máximo de tempo para os contratos a prazo devia então, em estrita coerência, levar o governo e a UGT a defenderem a eternização, ou seja sem quaisquer limites temporais, dos contratos a prazo.
31 julho 2013
30 julho 2013
No «El País Semanal»
Crónica da escritora
Almudena Grandes
sobre este tempo selvagem
Almudena Grandes
sobre este tempo selvagem
«Es una oportunidad, le dijo su padre, una oportunidad, insistió su madre, una oportunidad, concluyó ella misma.
Hace seis años, Isabel trabajaba en una tienda de ropa de una gran
cadena, en un centro comercial del Puerto de Santa María. Aquel trabajo
se le daba tan bien, y le gustaba tanto, que compensaba con creces los
90 kilómetros, casi dos horas en cuatro trayectos de ida y vuelta entre
Rota y El Puerto, que tenía que hacer a diario. Entonces, un buen día,
empezó a oír hablar de la crisis como de un animal mitológico, un país
lejano, una tormenta que apenas se insinuaba en el inmaculado horizonte
de un cielo azul y veraniego. ¿Qué pasó después? Todavía no es capaz de
explicárselo. Todavía no ha cumplido 30 años y ya lleva cinco en el
paro.
Durante cinco años, el paro ha sido para Isabel un desierto plano e
infinito, sin forma y sin relieve, un paisaje absolutamente estéril
donde, por no haber, ni siquiera subsiste el espinoso esqueleto de algún
matorral seco. Nada por delante, nada a los lados, nada por arriba y
nada por abajo, nada. Y no será porque no lo haya intentado. Todos los
supermercados, todas las oficinas, todas las tiendas y hasta las farolas
de su pueblo, han dispuesto muchas veces de su nombre y su teléfono. Lo
demás, que está dispuesta a hacer cualquier cosa, lo que sea, se
sobreentiende. Por eso, cuando la llamaron de un hotel de Costa Ballena
para ofrecerle una plaza de animadora, ni siquiera se paró a pensar que
nunca había hecho nada parecido, que no tenía experiencia para
entretener a un montón de niños. Era una oportunidad, así que se
arregló, respiró hondo, le pidió prestado el coche a su padre y se fue a
hacer la entrevista. Cuando entró en aquella oficina, seguía creyendo
que estaba dispuesta a todo. Aún no sabía lo que significaba exactamente
esa palabra.
Isabel es joven, atractiva, tiene buena presencia, una voz agradable,
así que todo fue sobre ruedas hasta que llegó el momento de pactar las
condiciones económicas del trabajo.
Después, durante un rato, tampoco pasó nada, porque necesitó algún tiempo para procesar lo que estaba escuchando, y sumar, y restar, y comprender al fin qué clase de oportunidad le habían puesto entre las manos.
Después, durante un rato, tampoco pasó nada, porque necesitó algún tiempo para procesar lo que estaba escuchando, y sumar, y restar, y comprender al fin qué clase de oportunidad le habían puesto entre las manos.
–Pero… Si entro a las nueve y media, y salgo a las nueve y media
–recapituló en voz alta–, no puedo venir en autobús porque no me encajan
los horarios.
–Ya, pero me has dicho que conduces y tienes coche.
–Sí, eso sí, pero… Claro, son doce horas…
–Once –su interlocutor seguía impertérrito, una sonrisa tan firme
como si se la hubieran tatuado encima de los labios–, porque tienes una
para comer.
–Claro –volvió a repetir ella–, pero en una hora, entre ir y volver…
No me merece la pena comer en Rota, así que tendría que tomarme aquí un
bocadillo.
–Claro –el hombre sentado al otro lado de la mesa pronunció aquella
palabra por tercera vez–, o lo que quieras. Podrías traértelo de casa,
porque el empleo no incluye la comida.
–Claro –y nada estuvo nunca tan oscuro–. Pero entre lo que me gasto
en gasolina, en comida… –antes de llegar a una conclusión definitiva
pensó que todavía le quedaba un clavo al que agarrarse–. ¿Y la Seguridad
Social?
–Una hora.
–Una hora… ¿Qué?
–Te aseguramos una hora por cada día trabajado.
Isabel recapituló para sí misma. La oportunidad que le estaban
ofreciendo consistía en trabajar 11 horas diarias, sin transporte y sin
comida, por 350 euros al mes y una cotización 10 veces inferior a la que
le correspondería. No se lo podía creer, pero todavía le quedaba una
pregunta.
–Perdone, pero… ¿Esto es legal?
Su interlocutor se recostó en la butaca y se echó a reír.
–Por supuesto que sí. ¿Qué te creías?
(Esta es una historia real. Isabel existe, y la oferta de empleo que
no aceptó, porque trabajar 11 horas diarias casi le habría costado
dinero, existe también. Costa Ballena está en la provincia de Cádiz, a
un paso de Sanlúcar de Barrameda, que mira a Doñana desde la otra orilla
del río Guadalquivir. Para llegar a la ermita del Rocío desde allí,
sólo hay que atravesar el Coto, y por eso tengo el gusto de dedicarle
este artículo a doña Fátima Báñez, devota rociera, autora de la reforma
laboral en vigor y ministra de Trabajo del Gobierno de España).
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