«An article called "Hiroshima" written by John Hersey
was published
in The New Yorker magazine in August 1946, a year
after World
War II ended. The article was based on interviews with atomic bomb
survivors and tells their experiences the morning of the blast and
for the next few days and weeks. It was a calm and accurate account
of survival in the first city to be destroyed by a single weapon.
There were many remarkable things about the "Hiroshoma"
article. Just a
few:
"Hiroshima" took over the entire issue of the The
New Yorker, there were no articles or cartoons.
The issue caused a tremendous effect, and sold out
within hours.
Many magazines and newspapers commented on the
article.
The full text was read on the radio in the U.S. and
other countries.
The Book-of-the-Month club sent a free copy in book
form to all its members.
"Hiroshima" was quickly published as a book, and remains
in print
today.»
«Las trece rosas fueron elegidas para morir entre las 4.000 reclusas
hacinadas en Ventas en un espacio pensado para 400 (más de 280.000
presos políticos se contaban en 1939 en España). ¿Por qué ellas y no
otras? El escritor Jesús Ferrero imagina una posibilidad literaria y
azarosa en su libro: "Roux, Cardinal y el Pálido habían comido
opíparamente en el Ritz y se sentían alegres ( ). Una hora antes les
había llegado la orden de elegir a quince mujeres, preferentemente
menores de edad, para conducirlas a juicio. Ya en comisaría, una señora,
que se sentía agradecida porque habían liberado a su hija, le regaló al
Pálido un ramo de rosas. Eran quince El Pálido lo cogió y, mirando a
Cardinal y a Roux, dijo: 'Señores, ha llegado el momento de decidir
quiénes van a ser las quince de la mala hora. Bastará con ponerle un
nombre a cada una de las rosas Empezaré yo', dijo tomando una flor. 'Y
bien, esta rosa de pasión se va a llamar Luisa. No conseguí que esa
bastarda pronunciara una sola palabra en los interrogatorios. Por poco
me vuelve loco'. 'Y ésta, Pilar', dijo Cardinal. 'Y ésta se va a llamar
Virtudes', susurró el Pálido con precipitación. 'Y ésta, Carmen', dijo
Cardinal. 'Lo merece más que nadie. Nunca me miró bien esa condenada'.
'Y ésta, Martina', anunció Roux. 'Está siempre ausente. Seguro que ni
siquiera se va a dar cuenta de que ha muerto".