El final de la guerra-
La última puñalada a la República
Editorial Debate, 414 p., 22.90 E
Apresentação: El historiador británico Paul Preston, uno de los hispanistas más prestigiosos del momento, vuelve al panorama editorial con El final de la guerra
(Editorial Debate, 2014), un libro que narra los últimos meses de la
guerra civil española. Según reza la introducción, esta es la historia
de una tragedia humanitaria evitable que costó muchos miles de vidas y
arruinó decenas de miles más. Tiene numerosos protagonistas, pero se
centra en tres individuos. El primero, el doctor y presidente del
gobierno Juan Negrín, víctima de lo que se podría llamar una conjura de
necios, trató de impedirla. Los otros dos fueron responsables de lo
acontecido. Uno, Julián Besteiro, última autoridad republicana radicada
en Madrid, que actuó con una ingenuidad realmente culposa. El otro,
Segismundo Casado, coronel republicano que dio el definitivo golpe de
estado que precipitó el fin bélico, que actuó con una sorprendente
combinación de cinismo, arrogancia y egoísmo… El resultado fue una
catástrofe humanitaria y el peor final posible para la tragedia que fue
la guerra de España.
Preston analiza las traiciones y deslealtades que, en una última puñalada a la República,
se dieron dentro del bando republicano los últimos días de la
contienda. Con precisión y detallado estudio, el ensayista habla, entre
otros muchos asuntos, de las conspiraciones que impidieron se llevase a
cabo el plan de evacuación que Negrín tenía previsto. Sin duda, la
derrota de la República española ya estaba en el horizonte. No obstante,
todavía era factible que el desenlace de la guerra permitiera la
evacuación de los políticos y soldados que corrían mayor riesgo y que
ofreciese garantías a la población civil que quedaba atrás. Negrín sabía
que Franco no tendría ninguna consideración con los vencidos, de ahí
que buscase evacuar al mayor número de gente posible; sin embargo,
Casado, convencido por su parte de la clemencia del militar levantado, y
alertado por una posible intervención rusa en la política republicana,
hizo todo lo posible para que ese plan no funcionase. Las represalias
quizá solo se minimizarían para él, que tras la guerra y con el apoyo
del gobierno inglés salió del país para instalarse en Londres.
Durante la presentación del libro,
Preston destaca las continuas sorpresas que se fue llevando conforme
realizaba su investigación. Negrín no era comunista ni revolucionario…
No creo que Negrín se planteara la idea de una revolución social antes
de la Guerra Civil… Durante toda su vida, Negrín mostró cierta
indiferencia y ceguera hacia los problemas sociales. Paradójicamente,
eso lo alineó con los comunistas en la Guerra Civil. Era igual de ciego
en un sentido ideológico. Fue un socialista de preguerra solo de nombre.
Rusia fue la única nación que ayudó a la España republicana; los
comunistas españoles figuraban entre los mejores y más disciplinados
soldados; las Brigadas Internacionales, con su cúpula comunista, eran
inestimables. Por tanto, el presidente Negrín trabajó con los rusos,
pero nunca sucumbió a ellos ni aceptó sus órdenes.
Segismundo Casado era un oficial irascible,
célebre por su rectitud y austeridad, un hombre interesado sin reparos
en mentir a todo el mundo en su empeño por ser el gran pacificador y
redentor del país. Casado, inteligente y muy buen técnico militar, era
hombre ambicioso, ególatra y teatral, de carácter agrio y amargado…
Poseía un desmesurado afán de protagonismo y gran proclividad a ser
personaje central en cualquier escenario. Vivió y actuó siempre en
primera persona singular. Estas características de su personalidad
tuvieron mucho que ver con el desenlace de la guerra de España. Su golpe
de estado acabó derribando al gobierno del socialista Juan Negrín y
aceleró el final de la contienda. En la junta de gobierno que organizó
todos los miembros se acababan mintiendo unos a otros. Entre la
benevolencia y desilusión de Negrín, y la vileza y falsedad de Casado,
aparece una tercera figura, Julián Besteiro, la última autoridad
republicana que quedó en Madrid tras el golpe para entregar el poder a
los ganadores de la guerra. Aunque murió en la cárcel, solo el rencor
que guardaba contra sus compañeros socialistas justifica un trabajo tan
nefasto, por ingenuo, como el que realizó al final de la contienda.
Paul Preston (Liverpool,
1946) ocupa la cátedra Príncipe de Asturias de Historia Contemporánea
española y dirige el Centro Cañada Blanch para el estudio de la España
contemporánea de la London School of Economics & Political Science.
Analista de asuntos españoles en radio y televisión tanto en Gran
Bretaña como en España, es colaborador de diversos periódicos y
revistas. Entre sus libros destacan La destrucción de la democracia en España y El triunfo de la democracia en España (2001), Franco (2001), La Guerra Civil Española (2006), Palomas de guerra (2001), Juan Carlos. Rey de un pueblo (2002), Idealistas bajo las balas (2007) y El holocausto español
(2011). En 1986 le fue otorgada la Encomienda de la Orden del Mérito
Civil, y en 2007 la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica. En 1994
fue elegido miembro de la Academia Británica, y en 2006 fue elegido
miembro de la Academia Europea de Yuste. En 1998 ganó el I Premio Así
Fue con su obra Las tres Españas del 36 que fue un gran éxito de crítica y público. Su libro más reciente es la biografía de Santiago Carrillo El zorro rojo (2013).
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