Na morte de Paco de Lucía
Javier Limon em El País
Mi hermano mayor
«En estos momentos tan difíciles, queda al menos un consuelo: Paco de
Lucía ha muerto muy joven, pero ha vivido tres vidas al menos. Quizá
nadie ha tocado más horas la guitarra que él y desde luego muy pocos
pueden presumir de su gigantesca estatura humana. Haber sido su amigo es
el mayor orgullo de mi vida.
Para mí, Paco empezó siendo un ídolo para convertirse en un maestro y
acabar haciendo las veces de un hermano mayor. Era esa persona a la que
siempre podías acudir para preguntarle qué era lo más conveniente para
tu carrera, porque él había pasado por todas las etapas posibles. De ahí
que todos los flamencos hayan amanecido este día tan gris huérfanos del
faro que nos indicaba el camino.
Era, muy probablemente, el mejor guitarrista de todos los tiempos. Y
todos los intérpretes con los que yo me he cruzado en la vida, de Keith
Richards a Pat Metheny, lo han reconocido. Pero no solo eso. Justo es
recordar ahora su faceta como el gran productor y compositor del
flamenco. Casi todos los elementos que definen el género desde un punto
de vista contemporáneo, desde los coros hasta el cajón o ciertos toques y
modos de hacer, se los debemos a él.
Quizá eso se deba a que siempre estuvo en contacto con las nuevas
generaciones y era el más joven de todos los guitarristas flamencos.
Aquellos que asistieron a su investidura como doctor honoris causa por
el Berklee College of Music lo recordarán a buen seguro con esa
vitalidad contagiosa, que era capaz de hechizar también a leyendas como
el pianista Chick Corea.
Recuerdo una anécdota entre ambos que explica bien el magnetismo que
era capaz de desplegar Paco: en cierta ocasión Corea le dijo: ‘Paco,
salgamos de gira con mi banda y tú tocas. O vamos con tu banda y yo
toco. O sino, toca tú y yo bailo’. Chick, como todos los músicos del
mundo, se conformaba con cualquier cosa, siempre que fuese tocar con él.
Hoy, llena de tristeza a músicos y aficionados de todo el mundo saber
que vivía lleno de proyectos. Había ido a pasar unos meses en La
Habana, quería que sus hijos, Antonia y Diego, conocieran aquello. Fue a
ver tres veces a Los Van Van, el legendario grupo cubano, y pensaban
trabajar juntos en una próxima colaboración. En Cancún estaba porque
quería grabar un disco de flamenco.
Desgraciadamente, nunca lo escucharemos.»