27 julho 2015

Crónicas de Verão

Almudena Grandes, o Verão
e os livros de aventuras



«(...) Luego aprendí que me había tocado vivir en una época en la que los lectores adultos, presuntamente maduros, desdeñan la novela en general y la novela de aventuras en particular. Desde ese instante me declaré insumisa, rabiosa partidaria de la felicidad que me habían regalado todos aquellos libros con tapa dura del color del agua. Todos los veranos los recuerdo. Todos los veranos vuelvo a sentir la llamada de la selva, el eco de los tambores que suenan al pie de los volcanes, el estruendo de las trompetas que preceden a las cargas de caballería. Todos los veranos vuelvo a leer, al menos, uno de aquellos libros. Algunos me parecen ahora más bien torpes, atrapados en una inverosimilitud barroca e ingenua al mismo tiempo, pero aun así, casi siempre logran tenerme en vilo hasta la última página. Otros eran, son y serán por siempre obras maestras de la gran literatura, esa que desprecia los géneros, las clasificaciones, los apellidos.

La novela de aventuras es el termómetro de la emoción, el territorio de los miedos razonables.
La novela de aventuras, que tenía lectores de todas las edades antes de que alguien se inventara la etiqueta de la literatura juvenil, es el termómetro de la emoción, el territorio de los miedos razonables, la casa natal de los hombres y las mujeres valientes que se enfrentan a la naturaleza, a lo desconocido, a lo monstruoso, a brazo partido, sin más armas que su coraje, su astucia y, acaso, un rifle o un simple machete. Por eso, ofrecen un aprendizaje tan bueno como cualquier otro de las virtudes y las flaquezas humanas. (...)»

crónica completa no El País semanal aqui.

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